© Champollion Photo 2013
Vegamian, Lodares, Quintanilla, Armada y Ferreras duermen para siempre bajo sus aguas. El Porma detiene por unos momentos su torrente y se tranquiliza en absoluta quietud para servir de espejo a San Isidro y al cielo puro de la montaña de León.
Más adelante, el Principado me recibe con sidra y cecina; aire frío y olor a mar que, todavía como a dentelladas, duele en la cara. No es mi tierra, pero siento como si lo fuera.
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