© Champollion Photo 2014 |
A veces, el sendero acaba en un mismo lugar, como si no dependiera de nosotros mismos, ni de nuestros pasos, la meta que se encuentra al final del trayecto. Hacemos planes, discernimos cuál será nuestro objetivo, pero el recodo nos aguarda con lo que tiene reservado para nosotros, escondido allí desde que comenzamos a caminar mucho tiempo atrás, cuando nuestra ilusión era mayor que nuestro desencanto. Cuando los tropiezos no nos pesaban ni el aliento se perdía.
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