El Puente de Frías sobre el río Ebro, en la Merindad de Villarcayo (Burgos), se yergue soberbio sobre sus nueve arcos en la base del cerro de La Muela, donde descansa el precioso pueblo de Frías.
El Ebro en su caminar hacia el este, no puede evitar sobrecogerse al pasar bajo tan majestuosa estructura de piedra que salva el paso entre las dos orillas dibujando un elegante ángulo, al estilo de otro ilustre monumento de la arquitectura fluvial como es el puente de Besalú en Girona.
El viajero, en breve, comprenderá que su porte no es más que la antesala de un espectacular pueblo medieval amurallado de tortuosas callejas y ancestrales muros.
Paciente, sin prisas, el río se despide de las piedras entre los remolinos y remansos, como en los lances de una danza armoniosa y sin fin.
Mientras el día acaba dejando lianas de nubes sobre el azul inmenso, el sol acaricia su estructura en su despedida diaria. Mañana volverá a iluminar los arcos, las almenas y los matacanes de su torre...
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